14 de julio de 2017

Costumbres

  (Escrita un Junio de hace unos cuantos años)

Uno se acostumbra a vivir con la ventana bajada, a mirar por detrás de ella levantándola un poco por su extremo; uno se acostumbra a vivir viendo sólo ese pequeño resquicio del mundo que  parece que hay  fuera; uno se refugia en la seguridad que le da el miedo
.

-    Despierta, que tengo que ir a clase. No sé por qué me quedé a dormir anoche.

-    Cerré la puerta y escondí la llave, te tengo secuestrada.

-    ¿Esconderla? Las llaves está en la cajita esa donde tienes el mechero.

-     No, qué va, la metí  en tu bolso. 

Los minutos son un suspiro y, con ellos, las horas pasan volando; los días siempre parecen los del invierno Ártico y la luz escasea en ese rincón donde te escondes. 

  -    Me apetece otra cerveza

  -    A mi me apetece amanecer contigo

  -    ¡Si son las 5 de la tarde, anda que no queda para que amanezca!

  -    Por eso mismo me apetece.


Quizás esa calle tenga otro aspecto de día; pero, por la noche, no dan ganas de sentarse en sus bancos. Hace frío y no voy abrigado, quizás sea buena idea volver a casa.


    -   Hoy no puedo salir, ya he quedado por otro lado.

    -   Pues no sé, pensaba que quedábamos  el fin de semana.

    -    No recuerdo haber dicho nada.

    -    Ya, la sorpresa que te iba a dar la he sólo la había pensado yo.


50 minutos de reloj corriendo; 35 grados a la sombra; 180 pulsaciones por minuto.


     -   Hace dos semanas que no hablamos.

     -   Pensaba que era menos.

     -    Ya, bueno, te intenté llamar, pero no respondiste.

     -    Estaría haciedo otra cosa.


Todo tiene su principio y todo tiene su fin, pero lo importante es que haya pasado. Lo que no se vive, no nos alimenta.

Siempre hay Sol al otro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario