5 de diciembre de 2013

Pequeños rincones, guias de escalada y buenos momentos

En lo que llevo escalando -no demasiado- nunca me he sentido afín a un sólo lugar donde ir todos los fines de semana.

He de admitir que soy un enamorado del Granito de alta montaña, y que antes de empezar a entrenar entre semana la Caliza y las vías físicas no me hacían mucha gracia, así que tiraba para la adherencia. Poco a poco -y a base de plafón y empeño, todo hay que decirlo-, me he ido acercando a ella y a algunas vías que me parecían a años luz de mis posibilidades. También se ha empezado a abrir poco a poco el mundo del cacharreo, que al final es lo que me permite hacer dos cosas que me gustan: escalar y salir a la montaña.
Pequeños rincones con buenas escaladas, como Valdemanco

Por esa poca afinidad, siempre he sentido la necesidad de buscar nuevos lugares, cosa que nunca ha sido muy fácil partiendo desde cero; siempre se tiende a ir a los mismos sitios, quizás por falta de imaginación o, simplemente, por la facilidad de acceso y la creencia de que no hay nada bueno más allá de ellos. 

Intentando huir de eso, comprar guías de escalada se ha convertido para mi en una manera de encontrar nuevos lugares, de marcarme objetivos y de establecer proyectos a corto, medio y largo plazo; ojearlas de vez en cuando para recordarlo y mantener la motivación es, hoy por hoy, una costumbre que intento practicar de vez en cuando; no está de más ver las cosas para activar esa chispa que necesitamos para empezar con un proyecto.

Si esas guías muestran sitios pequeños, con un acceso de esos que exige patear, asegurando el ambiente de montaña y la poca presencia de gente, mejor.

Mirar la estantería y verla llena de libros que reseñan muchos lugares diferentes motiva, te hace pensar en viajes, en largos días haciendo lo que te gusta y en pornerle sentido a un buen tiempo que, de otro modo, estaría en parte vacío o, por lo menos, falto de ilusión más allá de los quehaceres del día a día.

Sitios cercanos y reseñados como El Meño,
 pero con tesoros escondidos.
Buscar en la red es otra manera rápida de seguir visitando nuevos lugares. Aún así, la manera inmediata en la que tenemos acceso a esa información me lleva a ese pequeño-gran dilema que es el de dar a conocer zonas en ambientes frágiles donde nuestro paso puede dejar marcas y daños que cambien la esencia del sitio. Quizás sólo sea cuestión de respetarlas, aunque es cierto que todo paso, por limpio que sea, deja su huella.

En mi opinión, eso es una gran responsabilidad como colectivo; es una responsabilidad que atañe desde a los aperturistas y equipadores hasta a quienes visitamos esas zonas. Es fácil hacer lo correcto, pero, a veces,  parecemos niños y no nos sabemos comportar. Sin duda hay mucho camino por recorrer todavía y todos tenemos que poner nuestro granito de arena.

Volviendo al tema: ¿Pequeños rincones más o menos conocidos? Pues por la Zona Centro -y alrededores- hay para todos los gustos: Peña del Sol, Peguerinos, Valdemanco, Emburriaderos, Peña Pintada, Las Retuertas, La Barranca, Machorras, Torrelodones, Cañón de Uceda, Villarejo y otros lugares de Gredos...

Quizás sea la necesidad de descubrir y explorar nuevos lugares más allá de lo trillado, de tener una pequeña incertidumbre sobre ellos, independientemente del resultado final o de la calidad de las vías -siempre te llevas sorpresas, muchas veces muy buenas-. Lo importante es explorar algo nuevo -dentro de nuestras escasas posibilidades-, de vivir un buen día y de recargar pilas, que para ir siempre a los mismos sitios y no ser curiosos tenemos demasiadas horas durante la semana. 


"No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies,
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.

Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal, opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno."

El niño bueno - Julio Cortazar

No hay comentarios:

Publicar un comentario