8 de mayo de 2013

No te salves

Estos tiempos revueltos me tienen confundido; el mundo -nuestra civilización, mejor dicho- parece retroceder decádas forzándonos a aceptar como inevitables modos de vida que alejan a la persona de su propia esencia, inmoviliza su destino bajo unas rígidas leyes inventadas en las que los anhelos de cada uno se convierten en simples quimeras. Por más que se proclame su nombre,  la libertad sigue siendo un lujo que parece que únicamente se puede comprar con dinero y, además, y como apéndice de la lógica imperante,  sólo puede estar relacionada con el consumo.

Las huellas se borran; mañana serán otra cosa
Esas normas, esas leyes inventadas para proteger a las élites, relegan el objetivo de la existencia del ser humano al simple objetivo que aceptar lo que se le impone y a recorrer el camino que se le marca; a  pasar por la vida sin más misión que obedecer. Se impone la importancia de maquinaría económica -que nadie entiende y que nada resuelve, como vemos día a día- a la persona; se imponen los dictámenes de unos pocos a los deseos  de la mayoría. 

Puede que alguno opine - y no le faltaría razón- que siempre ha sido así; sin embargo, ahora disponemos de herramientas de las que nunca dispuso el ser humano. También es cierto que quien le interesa mantener el status quo también disponen de aquéllo que nunca se tuvo, pero las posibilidades que tenemos ahora nunca se soñaron en otras épocas.

Esquiando por la Laguna Grande de Gredos
Quizás lo que siga fallando sea la necesidad del ser humano de mantenerse "a salvo"; de mantenerse dentro de lo conocido y seguro; de aceptar las cosas sin arriesgar lo más mínimo, de mantenerse dentro de eso que ahora está de moda llamar "zona de confort" y que Benedetti definía mucho mejor que cualquier eslogan publicitario.


Es más que probable que el problema sea mantener esa creencia que nos hace pensar que siguiendo esas leyes estamos a salvo, cuando lo único que hacemos es bailar al son que nos marcan y olvidar cualquier otra posibilidad.

A veces la cosa duele...

No sé el resto, pero yo hay veces que me siento atrapado en un círculo vicioso que definía perfectamente un amigo en su blog, refiriéndose a la vida en la gran ciudad : "Para la mayoría, allí la vida se sirve en idénticas dosis de veinticuatro horas"; idénticas dosis de un veneno que te mata lentamente y sin que te des cuenta, añadiría yo.

Y de eso hay que escapar, no hay duda; pero hay que hacerlo sin huir de cualquier manera, sin tomar cualquier rumbo que nos lleve a otro callejón sin salida.



Pero, sobre todo, que no todo quede en palabras -o publicaciones vacías en el muro del feisbuk o en un blog como éste-: siempre hay tiempo, hoy es siempre todavía. Que no se nos vaya la vida, aunque sea muy fácil decirlo y muy difícil abandonar la poltrona donde nos acomodamos día sí y día también.

"no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo" 

(M. Benedetti)

2 comentarios:

  1. Este texto me ha gustado mucho, y sobre zonas de confort, incertidumbre y pánico se pueden decir millones de cosas...otro dia con más tiempo y comiendo un bocata a la sombra.

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  2. Gracias Tancredín!

    ¡Este finde se escala y se toma ese bocata!... ¿O no? :D

    Salu2!

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