16 de octubre de 2012

Intemperie cotidiada.

Amanecer invernal en Gredos
Siempre me recomendaron que, cuando uno está perdido, es mejor no seguir andando hacia delante si no se sabe a ciencia cierta adónde se va; me recomendaron que hay que parar para poder ubicar el lugar dónde se está y, si se pudiera, intentar retroceder si el camino fuera fácilmente reconocible. Si no fuera así -o si fuera imposible volver atrás-,  se nos hace de noche y fuera imposible ubicarnos, es mejor bajar todo lo posible, parar y resguradarse si no se sabe hacia dónde ir.

Si se está lejos de cualquier sitio seguro, y después de bajar todo lo posible, quizás sólo se pueda esperar al nuevo día, mientras uno va preparándose para pasar una noche de esas que no se olvidan.

Y, así, parado, uno se plantea qué fue lo que te condujo a este lugar; dónde has girado o dónde no lo hiciste; cuándo debiste parar y no lo hiciste; cuándo debiste sacar el mapa, tranquilizarte y escoger el camino correcto. 

El "camino correcto" ¡Bonito eufemismo! ¡Curiosa manera de encasillar la manera de alcanzar las cosas! 
 
- ¿Quizás puede ser que sólo hay un camino correcto? 

- Puede, pero a mi no me gusta hacer colas.

 - ¿Qué pasa si te equivocas?

 - ¿Qué es equivocarse? 

- ¿Quizás lo sepamos alguna vez, no?

- Quizás no.

-¿Hoy es siempre todavía? 

-¿Se hace camino al andar?

Dame un beso, que es lo único que necesito hasta que amanezca. 
 
P.D: Todo es una excusa de algo; lo importate es saber de qué.

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