Acostumbrarse a vivir en un mundo que no da tregua es difícil. Parar para tener un poco de tiempo para situarse se nos hace, muchas veces, imposible. Nos dejamos arrastrar por la inercia de nuestra propia vida, por la corriente del río en el que estamos.
Una de las tareas que complica esta vorágine es la de desaprender. Muchas veces damos importancia a la capacidad de comprender y de aumentar conocimientos, de conocer nuevos aspectos o técnicas que aporta algo beneficioso; pero, ¿qué pasa con aquéllo que arrastramos como un lastre?¿Somos capaces tan siquiera de percibir ese peso?¿Y de quitárnoslo?
Montoncitos de cosas que todos llevamos. Collado Alfrecho. La Cabrera. |
Esa vorágine de cosas, esa inercia que todos tenemos y de la que no es tan sencillo salir, no nos deja mirar hacia dentro, nos quita el tiempo que necesitamos para fijarnos en lo que pasa en nuestro interior, de focalizarnos en lo que -realmente- sentimos.
Y tener paciencia y perseverancia, claro. Luego vendrá el desaprender.