13 de marzo de 2015

Dicotomía

"En la lógica tradicional, dicotomía es el desglose o fraccionamiento de un concepto genérico en uno de sus conceptos específicos y su negación. El concepto se refiere asimismo a la ley que establece que ninguna proposición puede ser verdadera y falsa al mismo tiempo"

Vivimos tiempos extraños; por un lado, la publicidad, los focos que te apuntan a la cara, los nuevos sacerdotes de la verdad que han tomado forma de "coach" y otra serie de personajes nos presentan un mundo ilimitado, donde todo es posible, donde todos y cada uno de nosotros podemos aspirar a todo; por otro lado, muchos sentimos que la dirección es otra: una dirección totalmente opuesta.

Uno se ve abrumado a veces por la cantidad de frases motivadoras, por historias de superación, por historias de éxito -sea lo que sea ese concepto- y por tanta otra información que poco a poco pasa a ser algo común en nestras vidas. Parece que la llamada psicología positiva es el nuevo mantra que se repite desde las salas de reuniones de las empresas hasta los muros de facebook de todos y cada uno de nosotros -porque sí, todos hemos caído en ello, y lo seguiremos haciendo-.


Sin embargo, la realidad es otra; bajadas de salarios, horarios cada vez más extendidos, precariedad como norma general, esfuerzos especiales que ya no son especiales y tantas otras cosas que a uno se le pueden venir a la cabeza porque las vive en su pequeña microesfera y las observa a su alrededor.

Y, aunque la definición que he puesto al principio dice que nada puede ser cierto y falso a la vez, parece que en nuestros días la idea que Orwell llamó doblepensar esta instaurado en la sociedad como una premisa fundmental.

Algún filosofo, en un sentido más amplio, lo define como "Psicopolítica"; vivimos en una sociedad donde el control de la psique es la base de todo, donde se ha conseguido que el explotador seamos nosotros mismos. Nada menos que la dominación del ser humano por medio de su propia visión del mundo.

A veces siento que vivimos en una sociedad con una religión bien definida, unos templos claros y unos sacerdotes bien entrenados. Una sociedad en la que nadie se pregunta -realmente- quién traza su camino y si detrás de todas esas ideas no hay un interés oculto. Si detrás de tanto mercado que sufre o de tanta productividad que baja no hay gato encerrado; si detrás de tanto discurso calcado, de tantas ideas liberales de mercadillo que parecen sagradas no hay una mano que maneja los títeres.

Sé que no es una reflexión extraña y que todos pasamos por ahí. Pero en estos días, uno mira sus horarios, su tiempo libre, sus años anteriores y saca conclusiones. 

Quizás, si se quiere cambiar el rumbo, tengamos que dejar de mirarnos el ombligo y de competir entre nosotros -y con nosotros mismos, ¡maldita frase!- y haya que mirar un poco atrás, y como hizo Bertrand Russell, hacer un pequeño elogio a la ociosidad, a las cosas inútiles, al conocimiento sin un fin práctico, a todo aquello que nos llena y no sabemos bien por qué. 

Quizás sea porque las ilusiones aparentemente inútiles que nacen dentro de uno son las mejores.

¿Hacia dónde ir ahora? 

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar" 

Antonio Machado