28 de enero de 2013

Cada uno sabrá... o no.

Sobre el papel todo es fácil; las cuestas atraviesan decenas de líneas de nivel con sólo un vistazo y los kilómetros se reducen a unos pocos centímetros; en casa nunca oscurece pronto si no queremos, las condiciones se cambian a golpe de mando a distancia y nunca nos cansamos de recorrer una y otra vez el camino en las fotos de otros que lo hicieron y colgaron en internet. El camino siempre es corto, las pendientes asustan menos, el patio es inapreciable y el trayecto no dura más que 5 minutos de coche a coche, quizás 10 si el que escribe se esmera en contar su versión de la historia en el blog o el foro de turno tarda en cargar.

Oye ¿Y dónde se ha quedado Heidi?
Sentado en el sillón siempre es sencillo entrar en la comparativa, en el "Será fácil, si ese puede hacerlo, yo también"; es muy fácil dejarse llevar por las apariencias e incluso creer que todo lo que vemos es verdad u objetivo. 

Es muy fácil creerse vencedor antes de empezar olvidando pequeños detalles como el esfuerzo que conlleva esa victoria en la realidad.
 

El ansia por conseguir un objetivo puede llegar a anular el sentido común y a que nos planteemos objetivos lejos de nuestro alcance. O será que, simplemente, no es fácil ser objetivo cuando algo parecido al orgullo propio se sube a la cabeza y lo ciega.

Es muy fácil dejarse llevar por "lo que quiero hacer" y olvidar lo que relamente "puedo hacer". Graduar es difícil y siempre es de alguna manera subjetivo; no todos somos iguales ni tenemos las mismas capacidades, aunque usemos las mismas graduaciones. Tampoco somos todos igual de sinceros -y no sólo con los demás, sino con nosotros mismos-.

Según lo veo yo, nos pasa mucho a todos, y a los tíos nos pasa más todavía; mola eso de sacar pecho y hacerse el gallito, eso de contar aventuras ante los demás y querer convertir  aquéllo que hacemos en una llave para el ganar algo parecido a la admiración de los demás, a un salvoconducto para alcanzar su aceptación o algo parecido a un status. 

Gredos, un rincón "privado"
Es la vida misma: ¿hacemos lo que hacemos para nosotros porque así lo queremos o lo hacemos para los demás? Dificil dar una respuesta sincera, quizás a la vuelta de la esquina haya sorpresas en forma de realidades que no queremos afrontar. 


Verse colgado de la cuerda en un paso que no nos sale con unos cuantos espectadores puede responder en parte a esa pregunta. Después, y como un clásico básico, vienen las excusas.

Es un sentimiento y una reacción muy común entre nosotros. Es algo muy típico, algo que nos pasa en mayor o menor medida a todos; es un resorte, quizás automático, que obliga a estar más pendiente de la actuación que de lo que importante para ti, de lo que te aporta.

Y es que, mirando todo esto, podríamos hablar de personajes, de foros o de blogs -como éste mismo-. También podría(mos) hacer examen de conciencia porque, quizás, puede que eso que decimos hacer por gusto y que a veces mitificamos, realmente no sea tan importante y sólo sea un medio como cualquier otro. 

Cada uno sabrá...o no.